La actriz Natalia Oreiro no para de ponerse en la piel de mujeres bien distintas entre sí. Mientras que protagoniza películas de personajes fuertes (se prepara para filmar la vida de Juana Azurduy), ahora será una villana en la tercera temporada de la serie televisiva “Lynch”.
Hace más de 15 años, Natalia Oreiro realizaba su primer protagónico en la serie “90.60.90: Modelos”. Ese fue el comienzo de la actriz rioplatense que con el paso del tiempo se convertiría en la indiscutida “reina de las telenovelas”. Pero no todo es lucimiento en la pantalla televisiva. Desde hace algunos años, esta uruguaya de enormes ojos verdes participó –con roles principales– en las dos últimas películas argentinas seleccionadas para competir por el Oscar. Tanto en el largometraje de Lucía Puenzo “Wakolda” como en el filme dirigido por Benjamín Ávila “Infancia clandestina”, Oreiro mostró una faceta distinta a la que suele manifestar todas las noches en el prime time de las novelas locales.
La actriz, que comenzó a estudiar teatro cuando tenía 8 años, recibió a Cielos Argentinos y en una charla íntima manifestó una absoluta felicidad por su presente laboral y dijo que “agradece el reconocimiento a ‘Wakolda’”, donde ella interpretó a una madre embarazada seducida por los experimentos medicinales que realizaban los nazis en Sudamérica.
Es que en realidad, en cine, no hay muchos papeles interesantes para las mujeres. Por lo general la historia la cuentan los hombres y la mujer queda relegada. Como actriz, siento que tengo la responsabilidad de elegir roles que no sean los de chica linda. En “Infancia clandestina”, al igual que en “Wakolda”, represento a mujeres fuertes (aun siendo personajes muy distintos), con carácter, que tienen peso propio. Tal vez los elegí por una cuestión de edad, de crecimiento personal.
Sí, totalmente. Para mí el cine es una herramienta, sirve para mostrar cultura y para exportarla. América Latina necesita expandirse, tener peso propio, hay que contar con más espacios para retratar nuestras historias. Juana fue una heroína latinoamericana, una mujer a la que (aún hoy) no se da el valor que merece. Si hubiera sido hombre, seguramente hubiese tenido otro tipo de reconocimiento. Murió en una fecha patria, en la pobreza más absoluta, luchó por sus ideales y por su tierra a la par de los hombres. Estaba embarazada y mataron a su familia, a su marido. Es un personaje súper interesante que desde hace muchísimos años tendría que haber ocupado otro lugar. Para mí, interpretarla será el desafío más grande de mi vida. Es por esa razón, también, que el próximo año sólo me dedicaré a preparar ese personaje.
Sí, estoy muy feliz por eso. La realidad es que desde que yo comencé, el cine nacional creció mucho. Hay cada vez más películas, argentinas y latinoamericanas, que están siendo convocadas para los festivales más importantes. Hasta hace algunos años no entraban filmes latinos en Cannes; hoy en día hay dos o tres que representan a la región. Pasa lo mismo en San Sebastián, Venecia o en cualquier otro festival europeo. A mí me tocó ir por “Francia”, por “Infancia clandestina” y este año fui con “Wakolda”. En todas las emisiones están premiando películas argentinas, y eso habla no solamente de la calidad que existe en nuestro cine, sino también de una apertura mundial a lo que pasa en América Latina.
Sí, Lynch es un proyecto latinoamericano con actores y directores latinoamericanos. Las dos primeras temporadas se rodaron en Colombia y la tercera íntegramente en Buenos Aires. Es una superproducción de televisión con estilo cinematográfico: vuelan autos por el cielo, estallan helicópteros y lo más interesante es la variedad cultural, eso la vuelve mucho más rica. Cada capítulo tiene un actor invitado. En un principio me preguntaba: ‘¿Cómo se hace esto?’, cada uno hablando con su acento, sin un lenguaje neutro. Y eso resultó ser un hallazgo, porque es tan fuerte la historia que a los dos minutos nadie se acuerda de los acentos mexicano, cubano o venezolano.
Soy la mala, eso fue lo que más me interesó del proyecto, nunca antes había interpretado a una villana. Isabel Reyes es una mujer fría que abandona a Lynch, su marido, y a su pequeño hijo. Regresa diez años después, con un millón de dólares y un balazo en el brazo pidiendo a su ex (dueño de una funeraria) que le simule su muerte a cambio de dinero. A partir de ese momento comienza el negocio de fingir muertes. A mí me encanta, es distinto, es un personaje de acción con humor negro y suspenso. Es mala pero adorable, lo que le pasa a esta villana con el correr del tiempo es que empieza a mostrar un sentimiento maternal y a darse cuenta de todo lo que se perdió.
Es re difícil, lleva mucho esfuerzo. Agradezco tener un compañero que admira a la mujer y que me da apoyo para realizarme como madre y como actriz. Es un hombre que no tiene ningún problema en quedarse cuidando al gordo cuando yo salgo a hacer una película. Entiende que la crianza es de a dos y que no es que la mujer debe quedarse en la casa lavando, planchando y criando a los chicos.
Sí. Es fundamental que la mamá esté con el bebé los primeros años, es importante el vínculo y la necesidad de inmunizarlo, tanto a él como a la madre. Yo voy a seguir dándole la leche hasta los dos años, siento que es lo mejor que puedo hacer por él. Es complicado por el trabajo, pero el problema inicial radica en que hay leyes que no se cumplen. Todas las mujeres tienen que tener la posibilidad de extraerse leche en lugares adecuados, y eso en los trabajos no se cumple. Otro tema son las licencias por maternidad: hay mamás que al mes tienen que volver al trabajo. O la posibilidad de elegir de qué forma dar a luz, de tener un parto naturalizado y esperar el momento indicado. Todo eso no se cumple en los hospitales ni en las clínicas; y muchas veces, porque las madres desconocen cuál es el derecho que las asiste. Entonces yo, como figura pública, creo que esas cosas hay que difundirlas.